miércoles, 15 de abril de 2009

TIEMPOS INICIALES

En este solar vivió durante seis meses Giuseppe Garibaldi en el año 1837.


Según expresa el padre Juan Vilar:

“La primer iglesia estaba situada dentro de la plaza, cerca de la actual columna central y era un rancho decorado interiormente; en el frente tenía un campanario de madera muy bien trabajada y una campana grande traída de las misiones...”

Desde el primer momento la villa contó con una escuelita de primeras letras, creada por el fundador y los primeros maestros fueron los padres dominicos José Leones y Marcelino Pelliza. También se instaló un “Puerto Barriles” sobre la costa del antiguo trazado del río, entre las actuales calles San Antonio Y Monte Caseros.

Ya en 1591 se había otorgado la autorización para introducir los primeros esclavos en el Río de la Plata:

“Por Buenos Aires se introdujeron entre 1597 y 1607 cinco mil seiscientos treinta y nueve esclavos siendo uno de los principales centros en expansión de importación de negros.”

Se puede decir entonces que por las calles de Gualeguay también corre sangre de origen africano.

En 1808, durante las invasiones inglesas, se le ordenó a D. Josef de Urquiza, Comandante General de Entre Ríos, defender la ciudad de Montevideo. En esa oportunidad Gualeguay contribuyó con sesenta y ocho hombres bajo las órdenes del capitán Nicolás Taborda. Éstos no alcanzaron a entrar en la lucha pues llegaron a Montevideo cuando ésta ya había caído en poder de los ingleses.




Monumento a Rocamora en la plaza homónima, frente al cementerio. Año 1953.


LIBERACIÓN DE ESPAÑA
Estas colonias buscan desprenderse del poder de España y recobrar su independencia con el grito libertario del 25 de mayo de 1810, grito al cual el pueblo de Gualeguay adhiere casi inmediatamente. Como consecuencia la Primera Junta de Buenos Aires resuelve separar a Gualeguay de Montevideo en lo referente a la administración de postas y correos, para que las noticias corrieran más rápidamente y eludir así la resistencia del cabildo de Montevideo que permanecía fiel al Rey.


Pero el alcalde de Gualeguay, Gómez de Celis, español, pasados casi dos meses se pronuncia contra la Primera Junta. Por otra parte no simpatizaba con la partida de soldados naturales comandados por Taborda, quien dependía directamente de Josef de Urquiza. Gómez de Celis hace prisioneros a muchos de los integrantes de la compañía de los naturales.


A fines de 1810 explota la reacción realista en Gualeguay y otros puntos de la provincia. El 25 de noviembre fuerzas partidarias al rey entran en Gualeguay, saquean alguna casa, matan a dos patriotas, persiguen a otros que huyen a los campos y hacen prisionero al Capitán Taborda. Gómez de Celis jura obediencia al Consejo de Regencia de España, al parecer todo esto en acto convenido con el alcalde realista de Gualeguaychú.


Vivienda construída en Gualeguay en 1875.


En aquel tiempo Don José Gervasio de Artigas, aún al servicio de los realistas de Montevideo, llega hasta el Paso del Arroyo La Jacinta, a cincuenta kilómetros al norte de Gualeguay, estancia de don Pablo José de Eseyza, persiguiendo a unos asaltantes. En realidad era todo un cuento inventado por los patriotas, Artigas estaba entre ellos, que se estaban armando para levantarse a favor de la Independencia. Al parecer Francisco Ramírez estaba organizando tropa en ese lugar. Se une en ese momento a la escena D. Bartolomé Zapata, oriundo de Gualeguay, quien al frente de una partida de 25 húsares enviada por el general Martín Rodríguez desde Buenos Aires y junto a soldados armados a su costa, trata de frenar la reacción realista reconquistando Gualeguay.


Ejemplo de conducta, pues en el parte elevado a la superioridad explica lo que había sucedido: ...“ni entre la villa, ni en sus inmediaciones se permitía un solo criollo” ... “si divisaban alguno, aunque fuera lejos, buscaban igual proporción de la que se busca a un pato para asegurarle el tiro. De este modo mataron a dos de los nuestros y a otros hirieron. Otros muchos escaparon... Yo confieso, Exmo. Sr. que me acaloré tanto en extremo por vengar esta sangre, que me fue de sumo trabajo el moderar mis acciones y las de los míos cuando llegó el caso de apoderarme de esta villa”.



“Logró así evitar las consiguientes venganzas y que sus hombres empaparan sus armas ‘en la sangre de estos rebeldes monstruos de ingratitud e inhumanos’ y que incendiaran sus hogares, dando con ello un alto ejemplo a sus propios y adversarios.”


Un hombre que, bajo fuertes presiones, puede dominar sus sentimientos sometiéndolos a sus principios morales. Así era la calidad de este gualeguayense don Bartolomé Zapata.


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